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Reflexiones a la DA

A ti Paulita…

A lo largo de estos treinta y cuatro años de vida de DA, para muchos compañeros de tiempo no es desconocido el papel discreto pero decisivo que ha tenido la señora Paula Rodríguez, “Paulita”, como nos referimos todos a ella con mucho cariño. Y es que si bien nuestro fundador y líder don David Cervantes ha sido determinante en la construcción de la historia de DA, Paulita ha estado ahí, al lado de él. Siempre discreta, siempre atenta y dispuesta a servir al ser humano, con su humildad que la distingue.

En agosto de 1987 doña Paulita fundó los Grupos Familiares. De modo sencillo, pero muy eficaz, preocupada por la atención que las familias de los jóvenes en rehabilitación necesitan para fortalecer y hacer integral la rehabilitación de ambos, nace GFDA. Paulita vio nacer también DA y ha sido testigo de momentos de mucha bendición para la asociación, pero también momentos difíciles como cuando a todo México sorprendió el sismo del 19 de septiembre de 1985. Cuentan quienes son testimonio de estos sucesos que ese día llegó Paulita para orar y pedirle a Dios con mucha fe por las víctimas y a los que estaban en el grupo tuvieran fe de que eso iba a pasar. Se dice que los hechos definen más a la persona que los calificativos que podríamos emplear para compartir quién es Paula Rodríguez de Cervantes.

Como un reconocimiento y en atención a la fiesta del día de la madre (muchos la concebimos como una mamá porque nos vio llegar muy chiquitos y el tiempo nos ha hecho crecer y madurar y es una abuelita cariñosa para nuestros hijos) hemos escogido algunos capítulos significativos que nos ayudarán a conocerla mejor.

Sería por ahí del año 1979, el grupo Liberación aún no existía. David Cervantes militaba en el grupo Héroes de AA, ubicado en la entonces colonia Héroes de Chapultepec (en 1997 le cambiaron el nombre a Josefa Ortiz de Domínguez), en la demarcación de la hoy alcaldía Benito Juárez. Paulita militaba en el mismo grupo pero de Al-Anon (grupos especializados en familiares). Ambos habían padecido los estragos de la enfermedad, por un lado don David con el consumo de drogas y por el otro lado su señora esposa como familiar; por si fuera poco lidiar con un enfermo drogadicto, también estaba desahuciada por la medicina, al detectarle un problema severo en su sangre y en el hígado. En ese entonces este matrimonio vivía en Ciudad Nezahualcóyotl, no es como hoy que hay más acceso para transportarse. Hacían un esfuerzo considerable por trasladarse a su grupo, pero con su fuerza y energía aprendieron que se debe de vivir solo por hoy: hoy es el último día, porque el mañana no nos pertenece.

Cuenta Paulita que iba en estado de gravidez (el niño que llevaba en su entraña era su segundo hijo, Daniel) y que de regreso a su casa caminando rumbo al metro Villa de Cortés, comenzó a tener problemas propios del embarazo. El malestar no cesaba y caminando por la avenida Niños Héroes, ya casi para llegar a la calzada de Tlalpan, se tuvo que detener en la banquetita del desnivel. El bebé seguía dando lata, y así estuvo unos minutos hasta que se pasó el malestar. Paulita cuenta que a la distancia de los años, ese día se paró mero enfrente del inmueble de avenida Niños Héroes número nueve y que ella agradece a Dios esa experiencia porque la ha interpretado como una especie de gesto divino que ya anunciaba el nacimiento de lo que se gestaba y que hoy conocemos como DA. Pasarían todavía cinco años más para que, sin planearlo ni programarlo, el destino los llevara a esa casa que se ha vuelto el espacio más representativo en la asociación, es decir, el inmueble que ocupa el grupo Liberación.

Fue en el escenario del Centro Médico Nacional, espacio en el que hemos celebrado muchos eventos nacionales, en pleno cierre del 18º aniversario de DA, cuando don David compartió la alegría de festejar 18 años de vida. Esa noche habló de cómo inició este movimiento, de un modo muy sencillo, con poco más de ocho personas. Recordó que nadie planeó el crecimiento de esta asociación, que todo se lo debemos de acreditar al amor de Dios, que vio con buenos ojos esta asociación y nos ha acercado los medios adecuados para llegar al nuevo (de ese evento nació la frase: Y vio Dios que era necesario y creó DA). Emocionado y sensible también se refirió a la enfermedad de su señora esposa. Habló de cómo fue desahuciada por los doctores y que incluso algunos de ellos ya fallecieron. Por eso, le daba gracias a Dios que al margen del festejo de la asociación Paulita seguía a su lado y que recién les había también dado la bendición, a los dos, de tener en sus brazos a su nieta Paula Fernanda. De por sí esto fue conmovedor, pero lo que estremeció todas la fibras de los más de dos mil personas presentes fue la participación de Paulita: “Le doy gracias a Dios por esta fiesta, todos los aniversarios son un motivo para recordar de dónde nos rescató Dios, del infierno de las drogas y nos ha puesto en puerto seguro. Nos ha dado amigos. Cuando has conocido la soledad valoras la amistad, a la gente que te quiere, que te ama. El David ya les habló y les dijo de mi enfermedad, pero yo me siento más viva que nunca. Además, siendo honestos, el enfermo desahuciado es él; él mismo se los ha dicho, yo solo quiero vivir solo por hoy y buscar cumplir la voluntad de Dios por medio de este Programa”.

El día lunes 30 de octubre de 2006 celebramos en el grupo Liberación el 29º aniversario de don David. Paulita no estaba muy bien de salud, sus constantes recaídas pegaban muy duro en el ánimo de la familia Cervantes. Convaleciendo y un tanto débil, Paulita, como buena esposa acompañó a su marido a la celebración de su aniversario de libertad de las drogas. En su compartimiento sus palabras se quedaron en el corazón de muchos de nosotros: “Como ustedes saben no he estado muy bien de salud que digamos. Los médicos no nos dan buenas noticias. Eso no me preocupa porque quien tiene la última palabra es Dios, no el hombre. Me da mucho gusto que David arribe hoy a su 29º aniversario, yo lo conocí muy pequeña, después nos hicimos novios y cuando me casé con él mi familia no estaba de acuerdo porque auguraban que me iba hacer muy infeliz, porque sabían de su enfermedad. Yo nos los escuché y emprendí esta aventura con él. Padecimos hambre, miseria, no solo espiritual sino también económica. Nos fue mal. Incluso el día que él llegó a un grupo, al otro día murió nuestra hija. Ambos le hemos agradecido a Dios por esta experiencia porque la interpretamos como un despertar espiritual que cambió nuestras vidas. En agradecimiento a Él debemos de regresar la dádiva, porque soy testimonio de que esto funciona. Hace muchos años llegó al grupo un compañero que le decíamos “El Calambres”, hoy me da mucho gusto verlo casado, con sus hijas, que es un hombre trabajador, responsable. Estoy segura que todos ustedes se necesitan uno al otro. El nuevo necesita al de tiempo y el de tiempo qué sería de este sin el nuevo. Por eso en mis dolencias no me gusta retener a David o chantajearlo con mi enfermedad para que se quede conmigo. No me gusta eso, mejor aunque me esté muriendo, sé que estoy en manos de Dios que me ha dejado vivir horas extras, hace muchos años me desahuciaron y me dieron pocos meses de vida, han pasado más de veinte años y aquí sigo con ustedes. Cuando David sale le digo, vete, yo aquí te espero, porque estoy segura que tienes una misión que Dios te otorgó en esta vida y hay más “Calambres” que atender […]”.

Paulita no solo vio nacer DA, sino también nos vio llegar a muchos, hoy ya de tiempo y con una familia, hechos unas personas diferentes. Vaya que con su ejemplo de vida, sin tantas palabras, nos ha enseñado lo que es el amor a la vida y a Dios. No es accidente que el trofeo que enarbola al grupo ganador en cada DAOlimpiada lleve su nombre. Dicen que al lado de cada buen hombre hay una gran mujer, esto lo vemos en la relación de don David con doña Paulita. Pero también podemos afirmar que esta asociación tiene la bendición de tener una mamá discreta, amante del amor de Dios, que nos enseña día a día el amor desinteresado a otro ser humano. Paulita, en nuestro dolor y alejamiento de las personas que dañamos por nuestra enfermedad, fue lo más cercano a una madre. Ella nos cobijó con palabras de aliento, de esas que hacen mucho bien, que acarician el alma cuando está herida. Con sus muestras de afecto nos dijo: “Vas a poder”; “el camino es duro pero, cambiarás”; “creo en ti”. En el duro proceso de recuperación sabíamos que ella estaba atrás de nosotros, al lado del Don, preocupándose por todos.

Un día, un hijo mayor le preguntó: “¿A quién de tus hijos quieres más?”. Ella contestó: “Al enfermo hasta que cure y al ausente hasta que vuelva”. Esta es la filosofía que dirige la vida de una mujer que representa el ejemplo de vida y de lucha; alguien que cuando te cansas y quieres claudicar te dice: “Si yo puedo, y creo en ti… ¿por qué tú no lo haces y crees en ti?

Gracias, Paulita, gracias por amarnos, por querernos, por darnos ánimos y, sobre todo, por creer en todos nosotros cuando ya nadie lo hacía…

En el día de las madres… A Paulita Rodríguez.

          Tus hijos de Drogadictos Anónimos, A.C.

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